Pasen y vean. Esto es lo que he sido, pero no sé si es lo que seré.

martes, 24 de febrero de 2015

Mi testimonio.

 "La llama quiso ceder ante el viento, sin luchar. Pero la ráfaga no llegó a imponerse, y conquistó el bosque (...)"

Crónicas del Final - Volumen V

 Queda poco tiempo, por lo que elegí (me obligué, mejor dicho) a recordar que yo fui testigo.

 Fui testigo de la masacre de neanderthales, anterior a que el último muriera. Lo recuerdo, estuve ahí, y vi como una especie se impuso sobre otra. Las justificaciones fueron inventadas más tarde. En el alba de la humanidad, no tenían sentido. Tampoco lo tendrían si las importaran desde otro lugar.

 Fui testigo del nacimiento del niño 1.000, un bello bebé que murió 20 (tal vez más, me cuesta recordar) eclipses después. Lo tuve en mis brazos en el inicio, y en el fin. En ese tiempo las lágrimas no tenían sentido, porque la crueldad no había sido inventada.

 Fui testigo del estiércol que recubría el mundo, el barro, los gritos de piedad hacia una tormenta. Presencié un gran número de ellas, pero fue la primera que causó agonía. Era la culpable de nuestros pesares, un motivo de descargo. 

 Fui testigo del fin de mil civilizaciones, y cada una quiso imitar a la anterior. Como matroskas, cada una contuvo a la anterior, apropiándose de su historia, sus símbolos, sus prácticas... 

 Ahora que mi tiempo llega, puedo decir sin equivocarme que fui testigo de la evolución de mi testimonio. Los hechos ocurrieron, ¡fui testigo! Pero su interpretación ha evolucionado tanto, y los he recordado de tantas formas posibles, que no puedo asegurar que, si leyera esto más tarde, esté de acuerdo con lo escrito.