Vuela como si tuvieras alas.
Vuela como si el piso fuera lava.
Vuela como si las paredes no existieran.
Las de tu mente.
¡Abre las alas! Sé que puedes volar.
Sé que puedes superar esto. Y eso. Y aquello. Y ese problema que te tiene mal.
Vuela.
Tú puedes. Tu mente puede volar, ya lo has demostrado.
Tus manos no son un obstáculo, son parte esencial de esas alas.
Las aves tienen pies. Los dragones también. ¿Por qué que tu los tengas significa que no puedes volar?
Cierra los ojos. Vuela.
Abre tu mente. Suéltate. Tú puedes.
Estréllate contra el suelo del fracaso una y otra y otra vez.
Conoce el sabor de la tierra para disfrutar de las mieles del aire.
Vuela, no para llegar a algún lado. Vuela para que, al lograrlo, una sonrisa se dibuje en tu rostro.
Te prometo que cada moretón valdrá la pena si puedes volar.
Vuela. Hazlo como si no tuvieras lastre. Hazlo, intenta.
Abre los oídos, los ojos, tu nariz. Toca, prueba, piensa. Abre tus alas, y vuela.
Vuela sobre ese suelo que tantas veces te besó, símbolo de un fracaso que precedió a un fracaso y a otro.
Vuela sobre todos los obstáculos que tuviste que superar para poder volar.
Vuela sobre las fotos de esos problemas tan grandes en su momento, y que ahora no son más grandes que hormigas. En pleno vuelo, todo parece hormigas.
Vuela, aunque hayas volado por horas y caigas al mar. Vuelve a hacerlo aunque hayas nadado por días y tus alas hayan quedado maltrechas. Vuelve a volar. Siempre.
Vuela, aunque ya no haya cielo, ni tierra, ni agua. Aunque ya nada quede. Aunque todo esté cayéndose a pedazos. Vuela más allá de todo.
Y si por un momento piensas en arrancarte las alas, recuerda que cientos de miles lo hicieron antes que tú.
¿Los recuerdas? Miles se rindieron. Muchos volaron más que tú, y nunca más volvieron a hacerlo. La seguridad del suelo es tentadora.
Vuela. Pese a todo, debes volar. Por arriba de tus problemas, tus éxitos, tus sueños. Vuela. Sentirás dolores evitables. Todo eso le dará valor a tu vuelo.
Vuela. Ahora. Mañana. Ayer. Vuela.
Cuando te canses de volar, sigue haciéndolo. Si descansas, creerás que ese es el objetivo. Muchas veces te verás tentado a hacerlo. No lo hagas. Vuela.
Tal vez un día puedas llegar a dónde nadie ha llegado.
Vuela. Sin alas, plumas o huesos huecos.
Tú puedes.