Pasen y vean. Esto es lo que he sido, pero no sé si es lo que seré.

miércoles, 17 de julio de 2013

Punto mortal.

 Nunca imaginé que la razón de mi muerte no me afectara. Claro que estoy sorprendido, todos creen que morirán dentro de un millón de años. O veinte. La percepción de ese tiempo es la misma. La muerte está en el futuro, y la preocupación por ella también debería estar ahí. Sin embargo, desde que sabemos que podemos morir la muerte nos obsesiona. Tomamos muchas precauciones para que ese día no llegue pronto, por más que sabemos que esa oportunidad puede estar a la vuelta de la esquina. No es mi caso. Sé cuando moriré. El camino hasta ese conocimiento no me interesa. Sé que importa, porque puede ser una broma de mal gusto. ¿Y si no lo es? ¿Si todas las historias que nuestra mente adulta procesa como ficción resultan ser verdaderas? ¿Y si en verdad existe Avalon, Asgard, el Monte Olimpo, o el Paraíso? Pero esto no es una posibilidad. Sé cuándo y donde moriré. Y me asusta.

 Suena raro que un dato así me dé miedo. Puedo tratar de evitar ese fin, ordenar mi vida antes de que llegue o adelantarlo ahora mismo. Pero claro, dentro de ese veredicto está la imposibilidad de hacerlo. Tal vez la segunda sí, ordenar mis asuntos antes de irme a dormir. Es algo que siempre hice, ¿qué podría cambiar ahora? Como el condenado que se enfrenta al hacha del verdugo, solo puedo aceptar de forma pasiva a que el momento llegue. Tratar de evitar mi muerte traería catástrofes al sistema espaciotemporal. O eso me contaron. En verdad no me importa. Tal vez siempre quise morir, y esta es una buena forma de hacerlo. Dejar esa tarea a manos más capacitadas, tal vez para que ellos carguen con la culpa que no me atrevo a portar.

 La hora se acerca. El escenario está armado. Las luces están colocadas. El telón está bajo. El pianista está en su posición. La violinista está por llegar. La calle está desierta, como estaba previsto. Solo falto yo, que llego tarde a la representación de mi propia muerte. Corro hacia el punto donde un vehículo me interceptará. 05:56. Hora de morir. Atravieso la calle como un condenado, una oveja que espera la muerte. No, no aparece. El camión a contramano no aparece. ¿También él se cuestionó la muerte? ¿Habrá querido huir de una vida de sufrimiento? Cargar una muerte es feo, lo entiendo. Pero más feo es negar tu destino.

 Ya suenan las seis campanadas de la catedral. Mi ómnibus hacia el viento no pasó. Vuelvo con la pena de un actor que no cumplió su papel. La muerte tal vez no es para mí. Tal vez es para esas personas que no piensan en ella, que no la esperan, pero que les llega. Como a todos. Vuelvo desilusionado. Hoy era el día, mi día. Ahora tendré que volver a mi aburrido trabajo, doce horas tras un volante que me odia. Es un sentimiento mutuo. Tal vez, cuando salga de él, vuelva a ver si ese inconsciente se dignó a matarme. Espero que, esta vez, no llegue tarde.