Pasen y vean. Esto es lo que he sido, pero no sé si es lo que seré.

sábado, 15 de marzo de 2008

El mundo detras de nuestras mentes

Los dos hombres habian caminado mucho. Solo eso importaba, porque la noche era tan apacible como estar cerca de una fogata en una noche despejada. Caminaban sin sentido, discutiendo sobre cosas inverosímiles, como monstruos mitológicos, bellas doncellas malditas y asesinos silenciosos sin rastro. Entonces, ocurrio algo extraordinario. Uno, en su total ignorancia, vio hacia el campo como se prendía fuego un árbol. Fue misterioso, en la mitad de la noche, en el medio de la nada, como un árbol era abrasado por las llamas como si hubiera caído un rayo de las nubes despejadas. El que parecía más calmado corrió a ver ese fuego para saber su origen, pero el que parecia más sorprendido por el suceso, corrió esperando algo mas extraordinario. Cuando llegaron, un anciano con la piel curtida y la cara de pensador estaba con los pies cruzados, recitando cosas incomprensibles. El anciano salió de la nada, porque la gran luz del árbol en llamas hacía notar a kilómetros su somnbría presencia. El anciano, de repente, abrió los ojos. Sus ojos eran penetrantes, comno si estubiera estudiándolos. Eran ojos de sabio, como su rostro indicaba. Entonces, el mas curioso pregunto lentamente si el había encendido el arbol, y el anciano no dijo nada. El mas serio preguntó de donde habia aparecido el, pero el anciano tampoco dijo nada. A la luz de las llamas, el anciano tenía apariencia fantasmal, por lo que los hombres se asustaron. El anciano pestañó dos veces, y señaló al árbol. Cuando vieron los hombres, habia un hueco en el, y dentro había algo que se quemaba. Recién ahi olieron el inconfundible olor a madera quemada, y un extraño olor que no percibían. Sintieron un ruido viniendo del arbol, como si los llamara. El anciano entonces se paró, dandoles la espalda. Metió la mano en el hueco, y sacó lo que parecía un niño. El niño no estaba quemado, ni lastimado, ni nada. Dormía placidamente, como si estubiera en la cuna más acolchonada del mundo. Los hombres lo tocaron, y de repente tubieron sueño, pero se contubieron. Entonces el anciano les dió una especie de hierba verde, y les dijo que tomando esto no recordarían nada. El mas fuerte respondio que quería recordar todo como estaba, pero el más débil dijo que era mejor no saber algunas cosas. Entonces el menor se acercó al árbol, y lo tocó. Lo soltó enseguida, pero no tenñía ninguna cicatriz. El árbol lo había hecho retroceder. El mayor se acerco al árbol, y lo tocó. Vió toda su vida correr sobre sus ojos, pero condiciones como el tiempo o el espacio no lo afectaron, porque cuando llegó a su muerte y vió como moriría, se soltó de golpe. Ahi mismo, tragó la hierba. Cuando despertaron, no sabian que hacían bajo un árbol en donde un rayo había dejado un hueco...